martes, 18 de agosto de 2009

LA FAUNA DEL FUTURO

Cuando era pequeño me gustaba coleccionar álbumes con estampas de animales. Recuerdo uno que incluía animales prehistóricos y me llamaba la atención la semejanza de algunos de aquellos animales con los actuales: el brontosaurio se parecía a la jirafa o el ictiosaurio al delfín, por ejemplo. Estaba convencido que ese parecido era debido a que uno era descendiente del otro; esto es, la jirafa descendía del brontosaurio y el delfín, del ictiosaurio.

Más adelante aprendí que eso no era cierto; lo que pasa es que el medio condiciona a los animales que viven en él. Por ejemplo; cuando el famoso meteorito que marcó el final del Cretácico exterminó a los dinosaurios, dejó vacíos un montón de hábitats, dando la oportunidad a los mamíferos a ocuparlos (¿como?, ver el artículo anterior "La supervivencia de los menos aptos"). Así, el hueco dejado por el ictiosaurio fue ocupado por el delfín y el dejado por el brontosaurio, por la jirafa.
Pero eso también pasa en otros mundos; por ejemplo, en el mundo de los marsupiales, el tilacino, ocupa el mismo rol que el lobo en el mundo de los mamíferos; o el diablo de Tasmania ocupa, en el mundo marsupial, el espacio que ocupa las hienas en el mundo de los mamíferos, etc.

Entonces, si el meteorito de finales del Cretácico, provocó la extinción de los dinosaurios y los hábitats que ocupaban quedaron vacantes y disponibles para su posterior ocupación por los mamíferos, ¿que pasará ahora que el hombre está provocando la sexta extinción?; ¿quien ocupará los hábitats que dejen vacantes los leones, tigres, águilas, etc, etc?.

No se si os habéis dado cuenta; pero el hombre no extingue a los animales que quiere; si no a los que puede. Por más empeño que pone, el hombre se ve incapaz de poner freno a las plagas de ratas, gaviotas, cucacharas etc. Entonces podemos afirmar que la actividad humana provoca la extinción de unos animales y el que otros se conviertan en plaga.

No obstante, el que una especie animal abunde hasta el punto de convertirse en plaga, no significa que tengan una vida fácil; el motor de la evolución les afecta como a todo ser vivo; por lo tanto, no es de extrañar que estas plagas muten y evolucionen hasta ocupar los hábitats que están quedando disponibles; así, no será de extrañar el que en el futuro haya "ratas-león", "ratas-tigre", "gaviotas-águila", etc. De hecho, en cualquier protectora ya existe constancia de ratas carnívoras que atacan a perros y gatos. Incluso en chabolas ocupadas por gente humilde, se han dado casos de ratas que han mordido a bebés humanos. ¿Es esto un claro indicio de la evolución que están experimentando estos animales?.

En mi artículo anterior ("La supervivencia de los menos aptos") ya hablaba de gusanos de seda que complementan su dieta comiendo hojas de lechuga y que podrían llegar a adaptarse a esta alimentación. Si ya hay constancia de roedores que complementan su dieta comiendo carne, ¿podrían llegar a adaptarse a este tipo de alimentación?.

Si siguen las cosas así, ¿os imagináis tigres-rata tan difíciles de eliminar como estos roedores y con el poder de estos felinos?.

La actividad del hombre está frenando su propia evolución y está acelerando la de otros animales. Esta es otra forma más de cavar nuestra propia tumba.

domingo, 16 de agosto de 2009

LA SUPERVIVENCIA DE LOS MENOS APTOS

Este año, en el que se celebra el 200 aniversario del nacimiento de Charles Darwin y los 150 años de la publicación de su libro, El origen de las especies, me ha dado por leer todo lo que he podido sobre este asunto.

Ya conocía la teoría desde hace años; pero el participar en algunos debates, a través de Internet, con creacionistas, me ha hecho pensar en algunos aspectos en los que, esta teoría, no está suficientemente clara, por lo menos, para mí.

Algunos autores, cuestionan esta teoría porque, por ejemplo, el registro fósil no revela gradualismo alguno en la evolución; si no que este muestra largos periodos de donde las especies se mantienen sin cambios significativos, seguidos de extinciones en masa y aparición brusca de nuevas especies. Este hecho ha motivado a Stephen Jay Gould y Niles Eldredge su propuesta de modelo al que han llamado “equilibrio puntuado”. Sin embargo, no explican este cambio de ritmo en la evolución.

Por mi parte, creo que la teoría no aclara la forma en que una especie se pueda transformar en otra. Por ello, a mi se me ha ocurrido mi propia teoría, que no es incompatible con la de Darwin y que, además, explicaría el cambio de ritmo en el “equilibrio puntuado” de Eldrdge y Gould; o sea, explicaría el momento en el que una especie daría el salto brusco evolutivo.

Creo que hay dos formas de evolución: una suave, Darwiniana, que hace que los individuos MÁS APTOS de una determinada especie, se especialicen en el medio donde viven; y otra dura, que hace que los individuos MENOS APTOS, de la misma determinada especie, se transformen en otra, EN CUANTO ENCUENTRAN UN HUECO DONDE VIVIR, EN UN NICHO ECOLÓGICO CERCANO O NUEVO. Por ejemplo:
Imaginemos una colonia de aves. En una colonia de aves (gaviotas, frailecillos, etc) los nidos no están dispuestos al azar; la competencia entre ellas, hace que las más aptas ocupen las zonas centrales de la colonia, protegidas de depredadores; en cambio, las menos aptas ocupan las zonas fronterizas. Las aves de las zonas centrales solo compiten entre si (un solo mecanismo de selección); mientras que las aves de la frontera, además de pelear con miembros de su propia especie por ocupar una zona mejor, tienen que soportar la presión de los depredadores (dos mecanismos de selección). Estas aves de la periferia, además de sobrevivir como pueden, están a la expectativa de cambiar de especie en cuanto el medio que les rodea les de una oportunidad.
Otro ejemplo: Hasta hace unos 450 millones de años, toda la vida en la Tierra se desarrollaba bajo el mar; la inexistencia de la capa de ozono impedía la vida fuera de este. Pensemos en la zona marina de un hábitat costero de aquella época (plataforma continental). Las especies marinas más aptas ocupaban la zona central mientras las menos aptas, o bien tenían que sobrevivir en el talud continental donde la luz es más escasa a medida que se acerca a la zona abisal, o bien tenían que sobrevivir en la zona de escasa profundidad límite con la tierra firme. Cuando se formó la capa de ozono y con ello se abrió la posibilidad de vida fuera del agua, no fueron las especies más aptas las que colonizaron la tierra firme, si no las menos aptas que sobrevivían en la zona límite, hasta que se abrió la oportunidad de vivir en un nuevo mundo (plantas vasculares y anfibios).

La idea se me ocurrió viendo un documental. En él, un líder religiosos le preguntaba a Richard Dawkins: "Si el hombre desciende del mono, ¿porqué los monos no siguen evolucionando hasta convertirse en hombres?". Dawkins le respondió: "La cosa no funciona así; el ‘mono’ y el hombre descienden de un antepasado común... (etc, etc)". La pregunta del pastor, aunque simple por el desconocimiento de la materia, tenía un fondo interesante que Dawkins no respondió, a mi entender, correctamente.
"¿Porqué los monos no siguen evolucionando hasta convertirse en hombres?"; porque los ‘monos’ estaban mejor adaptados para vivir en la profundidad del bosque y no necesitaban evolucionar para adaptarse a la vida en la sabana. Efectivamente, una vez más se presenta el modelo anteriormente expuesto: En un determinado biotopo un vivía un simio primitivo; los miembros más aptos ocupaban los mejores puestos y evolucionaron hacia la especialización (chimpancés) mientras que los menos aptos fueron obligados a sobrevivir en la zona límite y cuando encontraron la posibilidad de vivir en la sabana, empezaron rápidamente a adaptarse a la vida en ella. Algunos millones de años más tardes, los homo sapiens que habían evolucionado de aquellos simios de la frontera bosque-sabana ocupaban el continente africano y, de nuevo, los menos aptos tuvieron que emigrar hacia el norte helado y ocupar el continente euro-asiático evolucionando hacia sapiens de piel clara más aptos para vivir en un continente de menos radiación solar.

La evolución de los menos aptos explicaría uno de los mayores misterios de la biología: el porqué hay animales y plantas que no han cambiado apenas, en millones de años: porque son los más aptos para el medio en el que vive y esto hace que no necesiten evolucionar para cambiar; solo especializarse.

También explica el funcionamiento del “equilibrio puntuado”: En cada especie podemos considerar dos poblaciones: la de los más aptos y la de los menos aptos; los menos aptos, en cuanto encuentran un hueco en el que poder sobrevivir en un hábitat cercano, se adaptan a él; en este caso, el resultado final son dos especies distintas: la original que sigue viviendo en su hábitat de siempre y sigue evolucionando hacia una mejor adaptación al mismo (por ejemplo los chimpancés) y la nueva especie que sufre grandes cambios en su especto y comportamiento, para adaptase al nuevo hábitat a donde ha emigrado.

En los casos de una extinción masiva, la población originaria se extingue y la residual se adapta al nuevo hábitat surgido tras la extinción (dinosaurios y aves).

En ambos casos, es muy difícil que se encuentren fósiles de los individuos transicionales puesto que esta adaptación tiene que ocurrir en un cortísimo periodo de tiempo (tiempo geológico) ya que; o te adaptas rápido al nuevo medio o no consigue adaptarte a él y desapareces.

Creo que esta teoría podría llegar a demostrarse. Bastaría elegir una especie con la capacidad de tener muchas generaciones en el menor espacio de tiempo posible. Supongamos que sea la famosa mosca de vinagre (Drosophila melanogaster); construimos un medio ideal para la vida de esta mosca, rodeado por un medio un poco más hostil y las ponemos a vivir ahí. Las más aptas ocuparán los mejores lugares mientras que las menos aptas se verán forzadas a vivir al límite o a evolucionar hasta adaptarse a vivir en el nuevo medio circundante.

Por ejemplo: Todos, en nuestra infancia, hemos tenido gusanos de seda; y hemos visto lo saludables que se crían cuando le das de comer hojas de morera, y lo mal que se crían cuando, a falta de hojas de morera, le das hojas de lechuga. Supongamos que disponemos un círculo de hojas de mora, rodeados de hojas de lechuga; y sobre ello colocamos gusanos de seda. Los más aptos se concentrarán en las hojas de morera y los menos se situarán en el límite, comiendo hojas de morera cuando puedan y cuando no, completarán su dieta con hojas de lechuga. Si esto sigue así generación tras generación, los gusanos más aptos de entre los menos aptos (los que están en la frontera), ante la dificultad en comer hojas de morera y la facilidad en comer hojas de lechuga, se irán adaptando a comer hojas de esta última hasta que aparecería una nueva especie de gusano de seda, comedores de hojas de lechuga.

Basado en esa teoría, en el siguiente artículo trataré de imaginarme como será la fauna del futuro.